Yo | Oigo algo tras la puerta... Un afilado sonido como oxidado alarido. ¿Habrá esta noche reyerta? |
Muerte | ¡No te asustes desalmado! |
Yo | ¡Por mi alma que me asusto! ¿Quién va? |
Muerte | La muerte, con gusto. |
Yo | ¡Ay, Dios! Mi fin ha llegado. |
Muerte | ¡Calla! En nombre de Dios. |
Yo | ¡Ay, señor! No os teme él. |
Muerte | Para nada. Si fue aquel quien mando cortarte en dos. |
Yo | ¿Mas por qué? Yo nada he hecho. |
Muerte | ¡No lo sé! ¿Qué más decir? Se lo podrás tú inquirir. |
Yo | ¿Sí? |
Muerte | ¡En el cielo! |
Yo | ¡Qué despecho! |
Muerte | No te quejes que por menos otros mueren sin quejarse; y a quienes deben matarse aún siendo los mas buenos. |
Yo | ¡Infeliz! Ver tu guadaña ya me deja sin aliento. |
Muerte | Y en breve el pensamiento. |
Yo | ¡Cruel! |
Muerte | ¿Acaso te extraña? |
Yo | Para nada. |
Muerte | Anda vamos... Que muy tarde ya llegamos... |
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jueves, 26 de agosto de 2010
Breve tragicomedia sobre una muerte
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