Con el rostro desbordado
por las lágrimas amargas,
escuché un suspiro amargo
de vosa alma desbordada.
Yo no supe de tu labio
encontrar sonrisa cara;
y hoy así lo pago caro
por faltarme tanta labia.
Pues no supe darte amparo
cuando tú necesitabas
el apoyo no entregado.
Mas la tarde está pasada
y me siento abandonado
por mi musa tan amada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario