Los ojos entornados contra la penetrada oscuridad, las piernas entreabiertas ante la luz creciente, la boca quejumbrosa bajo un peso atroz y los brazos aferrados a un sudoso mundo; un sentimiento tan agónico que la dejó finalmente desprotegida, herida e incluso devastada por el huracán ardiente que la había traspasado, dejándola casi seca, perdida y sin energías, pero colmada de una plena satisfacción por haber hecho el amor con el hombre que más amaba del mundo.
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lunes, 9 de enero de 2012
En el éxtasis
Los ojos entornados contra la penetrada oscuridad, las piernas entreabiertas ante la luz creciente, la boca quejumbrosa bajo un peso atroz y los brazos aferrados a un sudoso mundo; un sentimiento tan agónico que la dejó finalmente desprotegida, herida e incluso devastada por el huracán ardiente que la había traspasado, dejándola casi seca, perdida y sin energías, pero colmada de una plena satisfacción por haber hecho el amor con el hombre que más amaba del mundo.
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